lunes, 9 de mayo de 2011

Aukera baten bila putreen artean...

Hay que implicarse con la vida. Quien se implica con la vida se implica en lo bueno pero también en lo malo. Pone emoción a las cosas. Se olvida del miedo al fracaso. Pues del fracaso también se aprende. Además, es mejor  vivir con el fracaso que con la duda. La duda de lo que podría haber sido, de lo que podría haber pasado, de lo que habría cambiado…


Es inevitable dudar de nuestras acciones. Es inevitable querer cambiar ciertas cosas. Es inevitable preguntarse como serian las cosas si hubieses tomado otra decisión. Es inevitable arrepentirse.


Es peor arrepentirse de algo que no se ha hecho que de algo que sí. Pero el que se arrepiente de no haber hecho algo por lo menos se ha dado cuenta. Se ha dado cuenta de su fallo, de su error. Tiene tiempo de cambiarlo. Puede que aun no haya perdido ese tren, esa oportunidad.


Puede que ese tren no se haya marchado. Puede que si corre rápido hacia la estación aun puede cogerlo. Puede que los billetes aun no se hayan acabado.


O quizás sí. Quizás haya perdido la oportunidad. Quizás ya nunca encontrara a nadie igual. Quizás ha desaprovechado su momento.


Yo, porsiacaso, prefiero implicarme. Prefiero darme cuenta de mi error. Prefiero despejar la duda. Prefiero intentar comprobar si mi tren se ha ido, o aun me espera.


Aunque quizás, ese tren nunca estuvo ahí y la estación era simple producto de mi imaginación.

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